Entradas

Mostrando entradas de junio, 2016

Esta es mi caída.

Sale mi oscuridad, solo veo tu luz. Admiro quién eres, rechazo lo que es mío. Sale mi excusa, solo grito de rabia. Me caigo y te miro. Esta es mi caída. Delante y detrás. Lo recuerdo todo. No me escondo, tú ya me has encontrado. Esa arma daña, no escondo la mano, la dejo caer y no sé quién soy. Esta es mi caída. Arrodillado y tembloroso, me dejo caer. Aprieto los dientes, lo dejo todo salir. Sale todo y vuelvo a caer. Mi caída ha tocado fondo, he desatado todo. He perdido la razón. Grito como un loco. Pido justicia. Después, nada de eso me consuela. Después pienso. Después de la caída, Después de todo, estás tú.

Reflejo.

Imagen
Sus padres le habían hecho entrar en aquella habitación. La habitación era blanca y sin ventanas, sin ninguna luz natural, salvo el color blanco de las paredes. Miraba a su alrededor y para su sorpresa solo había un espejo. El espejo era antiguo y alto, casi rozaba el techo. Estaba decorado con un marco plateado y pequeñas piedras preciosas que empezaron a brillar cuando el niño se acercó. En el espejo, se reflejaba un niño de 13 años. Su pelo estaba revuelto y sus ojos miraban con inquietud. Sus ojos mostraban una luz especial. El muchacho quería apartar los ojos, pero le era imposible. Estaba hipnotizado y sentía que tenía que seguir mirando. Entonces, ante el muchacho apareció un joven fuerte y valiente. Mostraba una espada en su mano derecha y vestía una ropa que jamás había visto antes. Era una camisa de manga larga marrón y unos pantalones verdes oscuros que se introducían dentro de unas botas negras y altas. Aquel muchacho miraba al niño y le guiñó un ojo. Detrás de él, apareció