Tierra estéril.
Erase una vez, una tierra estéril donde las hojas secas se alejaban de aquel lugar. El campo era extenso con tonalidades amarillas y un fino dorado que mostraba una imagen de riqueza falsa. No reinaba ninguna vegetación y la lluvia no saciaba a la tierra. Esa tierra era bella por fuera, pero no crecían frutos de las semillas que en ella se ocultaban. Era un paisaje triste aunque era brillante y bonita. ¿Qué agricultor iba a mimar aquella tierra? Cerca de aquella tierra se aproximaba un viajero. El viajero vestía una ropa cómoda y muy humildes con unos zapatos muy desgastados. El viajero iba tarareando y seguía el camino que pisaban sus pies. Por casualidad, el camino que seguía se acababa en la tierra estéril. Él miró con dulzura aquel lugar y respiro hondo. Se sobresaltó porque no olía a nada aquel lugar. Parecía que el sol hubiera quemado ese campo y nada, ni nadie pisaba aquella tierra. El viajero se arrodilló y tocó el suelo. La tierra estaba empapada de capas de paja. El ...