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Mostrando entradas de julio, 2013

Sin condición.

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Ella quería escribir. Ella no quería tener que escribir cómo se sentía. Quería escribir sobre alguien que quisiera que escribiera sobre sí. Lucía un vestido azul marino de estampado floreado. Sus ojos se perdían en la profundidad de las cosas que miraba. Sus piernas caminaban sin tener una dirección fija. Ella no esperaba a nadie en particular, prefería tirar hacia delante para no depender de nadie. A veces dudaba de qué camino elegir pero, casi siempre, se equivocaba de dirección. Ella sabía que prefería ver sus problemas desde la distancia. Antes que ponerse a pensar lo asqueroso que estaba siendo su vida. Había aprendido a pisotear esos problemas, inundándolos en medio de todos sus proyectos no llevados a cabo. Lo que no sabía era lo que iba a ocurrir. Ella no veía dónde estaba el problema. Era la manera de enfrentarse contra lo que creía que le estaba haciendo daño. Pero se equivocaba. Pisotear a los de su alrededor no iba a solucionar nada, sino a quedarse perdida entre d

2 dedos.

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No se puede soportar aquello que es insostenible. Aquello que te hace perder los estribos. Aquello que no se puede calcular. Aquello que te hace traicionarte a ti mismo. El problema que hoy existe es la rendición, es la pérdida del valor de las cosas como es la vida, los amigos, el interés, la confianza, el bien... También, el egoísmo porque tendemos a saciarnos antes nosotros mismos que preocuparnos por los otros. Esos problemas inundan el mundo. Contaminan el mundo. Pero el problema, no lo tiene el mundo sino cada persona que habita en él. Te consideras alguien que se levanta y se viste para ir al colegio o al trabajo. Piensas que haces lo que todo el mundo hace-que es verdad- pero también sabes que no eres igual que todos. Sabes que algo te diferencia del resto. Sabes que tienes una manera peculiar de enfrentarte a los problemas. Al principio, te enfadas, niegas que no tienes problemas y, finalmente, te enfrentas. No sabes cómo lo resolveras pero sabes que la inteligencia no se

Tú conmigo.

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Esperabas que me hundiera contigo, pero eso no lo hago porque no te quiera... No lo hago porque lo que debo hacer es levantarte conmigo. Los días pasan. Las semanas acumulan fechas, horas concretas y sitios a los que no fuiste. Los libros ya no te entretienen. Tu cuerpo te pide aire, movimiento, fuerza y frescura del viento. Tus piernas quieren ponerte a prueba, quieren demostrarte que aún hay tiempo para correr. Aún existe tiempo para vivir, para rectificar. Tu alma se pierde porque no sabe en qué apoyarse. No sabe como levantar su ánimo, su moral, su bondad... No sabe porque no para de recibir golpes. Uno detrás de otro, sin prisa pero sin pausa. No importa intentas tener paciencia. Intentas mantenerte en pie. Pero todo lo que tiene un principio, tiene un final... BUM. Ese es el único sonido que hace tu cuerpo, no se escucha ni el sonido de tu respiración, ni el latido de lo que te mantiene vivo. Aguantas ahí tumbado. Aguantas ahí pasando un mal rato... Como siempre en soledad. No