Bajo mi piel.
En la oscuridad, solo había roces bajo mi piel. Abrí la boca y susurré tu nombre. Desperté del sueño y tuve la necesidad de mirar a aquel lado vacío que habitaba durante la noche. Me levanté y frente a mí seguían esas dulces flores blancas. En mi interior algo se aceleró y me acerqué sin miedo para buscarte entre sus hojas y en el interior de sus capullos. ¿Dónde te había dejado? Mi sorpresa fue que allí habías dejado tu olor y me inquieté al no verte contemplando aquello que te regalé. En la penumbra, una tenue luz se asomaba por aquella cristalera. Me detuve ante aquel baile que ofrecía el cielo. Ella bailaba sin esfuerzo, sus movimientos hechizaban y su cuerpo era hermoso. Levantó sus brazos hacia arriba y suavemente se dejó caer desapareciendo entre los brazos de sus más fieles admiradores. Bajé la mirada, y me pregunté por dónde podía empezar a buscarte. Un sonido despertó de golpe mi silencio. Una cascada se desparramaba por toda aquella negrura y me acerqué d...