Al salir de ti.
Mi nerviosismo solo me dejaba mirarte pero no escucharte. No sentía razón, solo dolor. Mi dolor. Mi pensamiento era llenado con locura y rabia. Dónde estaba ese hombre valiente. Dónde se había escondido el papel en blanco que tenía frente a mis ojos. Entonces recordé que jamás estuvo allí, que nunca antes estuve ahí. Todo estaba a oscuras, pero una sombra asentía ante mis matices. Mi lengua sacaba punta con perversidad. Mi garganta filtraba con soltura cada calada de la repugnante vida que tenía a mis espaldas. La melancolía y la soledad me prendían el corazón en el determinismo. Mi conciencia dejaba de hablar y ni se defendía ante los pedazos de la vida. Aquella silueta que parecía pertenecer a la oscuridad no sentía que me escuchaba, sino que me entendía. Aquella forma me resultaba familiar y no era capaz de recordar cómo había llegado hasta allí. Cómo había acabado frente a un extraño para contarle lo que no me atrevía a decir. La infinidad del papel no podía contener la bo...