Arriesgada espera
Alcanzar una puerta y desconocer que hay al otro lado. El riesgo de saber si es o no, si saldrá adelante o se marchitará. Antes, era todo más descolorido e idealizaba la capacidad de atrapar el amor como un juguete sorpresa del menú infantil. Mentira, todo eso son mentiras. Después, el mundo se me quedó tan estrecho como una caja de cerillas. Las velas han dejado de deshacerse para alumbrar dentro de la habitación. Las ventanas están abiertas y por primera vez, recuerdo como hacerle perder tiempo al tiempo. La esperanza es una proteína diaria y nadie la consume. Me alegro de ser adicta y de poseer esa lucidez que las palabras regalan. Nos han enseñado a mantener el cuerpo como un templo. Pero ¿qué hacer cuando quieres que alguien se quede, que se arriesgue y decida saltar sin paracaídas? A mí nadie me ha explicado nada y hacerse adulto te hace transformarte... En algo intermedio entre gusano y mariposa.