Mil y una maneras.
"Tan pequeños comparados con la inmensidad del cielo". Un coche rojo por la carretera. La radio a todo volumen. La conductora tarareando. La ventanilla bajada y su cabello revuelto. Una maleta en el maletero. ¿Dirección? Ninguna. "Las cosas nunca pasan como uno quiere"-pensó ella-. Podría dar la vuelta y volver. Vivía en la rutina y tampoco estaba tan mal. La felicidad tendía del hilo de su esperanza. Tampoco le faltaba de nada. Tenía una casa, un trabajo para pagar las facturas. Su dinero no era tocado por nadie. Ella era modesta con sus gastos y de vez en cuando, dedicaba detalles a sus seres queridos. Tenía compañeros de trabajo. Unos padres orgullosos de ella. Ella se repetía a sí misma que tenía todo lo que cualquiera quisiera desear, pero todo aquello no le hacía sentirse bien. Ella no se sentía mejor. Ella añoraba su propia intimidad. Ella quería volver a encontrarse porque en algún momento del camino, se había perdido. La carretera iba medio vací