H É R O E S.
Es cierto que hay días mejores que otros, pero hay días en los que hubieras deseado no despertarte. Simplemente, no haber abierto los ojos para acordarte de toda tu vida, de todo lo que te queda y de todo lo que aún no has hecho. Piensas en por qué te levantas y recuerdas el sonido de la alarma. Madrugas para trabajar, para hacer algo útil, para pagar facturas, para dar de comer a los tuyos, para ganar dinero, para ser responsable... Haces cosas de adultos y no te habías dado cuenta. Eso si que es tener un buen despertar. El día empieza, ocurre todo lo malo que nunca piensas que te podría pasar a ti, va la vida y te sorprende. Tú decides tomártelo con humor, pero sientes una frustración que te hace parar tu cerebro durante dos segundos para procesar la información. Eso es lo único que te puedes permitir porque el mundo no espera, no tiene en cuenta cómo te sientes. Vuelves a ser consciente del mundo, pones una sonrisa falsa en tu boca para no darle más importancia y continúas. Co