Sueño.

Un solo ''chas'' y nada vuelve a ser. Empieza a ser lo que ya no será igual. Dejo de ser yo para ser yo. Mi almohada está mojada. La cama se mantiene en una esquina apretada. Mi sombra solo se atreve asomarse ligeramente, sabe que mi rostro está quieto, inexpresivo, en apariencia tranquilo. Tras los cristales de mi ventana, una tormenta declara la guerra a las casas pequeñas del antiguo pueblo. El viento sacude los muros de mi casa, el aire se filtra entre las grietas del techo. Hace frío. Las nubes se ven negras, oscuras y los truenos retumban con potencia, parecen que me llaman, que me gritan. Las ventanas tiemblan ante la insistencia del aire de colarse en mi habitación. El suelo se siente vacío, muerto, donde la noche dibuja rostros y alientos que acuden a despertarme. La lluvia no es agua, es la rabia que quiere romper las ventanas. Los rayos fotografían los viejos árboles que han cavado sus raíces en la hondura de la tierra mojada, fría, viva. El techo go...