Fruto de la herida
Posos de palabras afinadas
en una taza vacía.
Una caricia lacrimosa
cuando se separan las columnas sólidas del costado.
Costilla magullada
ante la visión deshecha
de los huesos entrelazados en la llanura plumosa.
Raídas las alas
como hojas otoñales.
Respiras aliviada
ante la fisura abierta de tus labios,
del centro líquido que escondes a los otros ojos,
pero que hoy me entregas
sin vergüenza
y con el fruto de la herida corriendo calle abajo.
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