Malvada rebeldía.

Tienes ganas de cantar, de no parar, de ponerte los cascos y comenzar a dejarte llevar. Empiezas con un chasquido de los dedos, que los adaptas al ritmo de la música, empiezas a mover tu talón, luego la pierna entera. Hasta que se dispersa por todo el cuerpo esa sensación de alegría, de ese instante tan íntimo en el que disfrutas de una canción que te hace pensar, meditar, disfrutar, querer, sentir, gritar. Seguiría escribiendo pero para sentir lo mismo que yo debes dejarte llevar. Sssh.... escucha! Sintamos esa rebeldía, que quiebra tu voz porque quieres mostrar tu lado más malvado.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Fruto de la herida

Todo...

Madrid me mata