Juntos hacemos más.

Escuchar las notas, como van causando furror por tu oído, hasta que llegan a tu cerebro. Tu voz reacciona al reconocer que esa canción, ese instante es en el que alcanzarás la nota perfecta, con un toque de sentimiento y pasión. Y cierras los ojos, quedándote aislada completamente del mundo. Dándote igual si lo haces bien o mal, ese estado de ánimo, ese ratillo de pura motivación... No te lo quita nada, ni nadie. Después de sintonizar tus voz, comienza hacerlo tu cuerpo. El cerebro manda a las extremidades, que comiencen a moverse, cada vez más rápido y con más variedad de movimientos...
O cuando estás poniendo la mesa. Vas a comer con tus hermanos, porque tus padres están trabajando. El más pequeño comienza a reírse por alguna tontería muy ingeniosa de la hermana mediana. Y la mayor, comienza a reírse muchísimo, no solo se ríe de lo que ha dicho la mediana, si no de lo gracioso que le supone ver reír a su hermano pequeño. Te sientes sin aire en los pulmones y comienza a dolerte la tripa, de todo lo que te estás riendo...
Increíble verdad. Reconoce que lo mencionado anteriormente, lo echas de menos. Y estás deseando hacerlo. Siento desilusionarte pero las cosas buenas suceden en momentos de pura felicidad, de pura diversión, de pura alegría por ver como pequeños momentos pueden hacerte cambiar de estado de humor, pueden cambiar tu forma de ver la vida, pueden cambiar cualquier cosa... Que te hacen ser feliz, aunque sea por unos instantes, pero esos momentos son de los que debemos acordarnos cuando estamos tirados en el suelo. Sin fuerzas. Y llorando. Porque las pequeñas cosas son las que te proporcionan las ganas de vivir y reír.
Gracias.
Att: Una persona con un toque de suerte ;)


Comentarios

Entradas populares de este blog

Fruto de la herida

Todo...

Madrid me mata