Pesadilla auténtica.

Cuando un alma está perturbada, solamente hace falta mirarle a los ojos. Ahí se reflejan las ventanas del alma. 
Las penas siempre están puestas en nosotros. Siempre causan molestias y pérdidas de tiempo, pero existen tipos de penas. Aquellas que son pasajeras, porque ha sucedido una circunstancia imprecisa. Otras que son impacientes, porque siempre están ahí pero nunca consigues enfrentarte a ellas. Y por último, las penas vividas,esas son las que dejan marcas en el corazón. Dan señal de que has vivido desgracias de este mundo, de esta realidad, que desafortunadamente es demasiado veraz. 
Los tormentos, las rayadas de cabeza- como llamamos a nuestros pensamientos agobiantes- y los dolores molares... Si no dotas de una característica en particular, no podrás observar lo que cada persona lleva consigo. Lo que cada persona intenta no recordar cuántas cosas debería dejar de hacer por el mundo y por los demás. Es triste. No se puede pedir compasión a un mundo que no es compasivo. El mundo lo forjamos nosotros. 
Nosotros somos quienes decidimos si nuestros actos llevaran buenas consecuencias, correctas acciones o equivocaciones irreversibles.  Nosotros decidimos darle más importancia a las cosas materiales que a las cosas no materiales. Nosotros creemos que tenemos la razón en todo lo que hacemos o pensamos, nos creemos señores de nosotros mismos cuando eso no es así. El hombre no sería hombre sin sociedad, es decir, sin el prójimo, sin el compañero, sin el amigo, sin su pareja, sin su confidente... 

Posdata: Nada entonces tendría sentido. Nada, pues, sería una auténtica pesadilla. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Fruto de la herida

Todo...

Madrid me mata