Por algo se empieza.

Cuando alguien habla del sufrimiento, no habla con la boca grande.
¿Por qué lo sé? Porque no es plato de buen gusto, contar los sentimientos más profundos de nuestro ser. A nadie le gusta dar pena o que se compadezcan de él. Al contrario, mantiene el sufrimiento en silencio y con ello forja un carácter y unas expectativas hacia la vida, hacia todo aquello en lo que cree. Todos llevamos un peso que nos hace caminar día a día. Puede ser cualquier cosa una familia, una cruz, una persona enferma... Cualquier motivo es suficiente para mantenerte día a día. Para sentirte orgulloso por saber que tú puedes cambiar las cosas. ¿Cómo? Utilizando una buena actitud. Unos buenos métodos. No todo está a nuestra alcance, pero lo mínimo que podemos hacer es darlo todo por aquello en lo que queremos. Por aquello que merece la pena vivir. Por aquello que nos hace invencibles y nos distingue del resto.
Si decides enterrarte en vida y conformarte con las pocas novedades, allá tú pero nunca reproches nada a los que se mantuvieron a tu lado. A los que te quisieron. A los que, realmente se preocuparon por ti.

Posdata: Luchar sin ganas es no saber vivir.


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