Nada puede salvarme.

Dios. ¿Por qué me has abandonado? ¿Por qué permites que me ocurra esto? ¿Acaso he hecho algo que te haya molestado? ¿Por qué recibo el nombre de loca? ¿Por qué callo como una sombra muerta que debe esconderse por lo que guarda en su corazón? ¿Por qué debo seguir aguantando? ¿Por qué a mí? ¿Qué tengo que aprender?

Lo último que dije fue...'' Tú no eres nada, ni nadie para mí.'' Otorgué con mi silencio tu afirmación, para que no tuviera que guardar con la culpa. Pero eso poco importa, ¿verdad? En cada lágrima derramada se refleja aquello que me mató. Aquello que me hizo renunciar a sueños. Aquello que nunca pensé que me pasaría. Aquello que nunca pensé que ocurriría. Aquello que me demostró que la familia, también puede dañarte. Aquello que me dejó perpleja al conocerlo. Aquello que marcó mi vida y me hizo despreciarme a mí misma, sin importarme lo valiosa que era, que es. Nada puede salvarme. Aún espero ayuda, espero un rescate... Pero que nunca llegará porque lo único que me puede salvar, es mi propia persona.


Mis días muchos son intensos y radiantes de felicidad, pero otros... Son oscuros, siniestros, rebeldes, agresivos y fríos. De nada me falta, hablando materialmente... Me faltan muchas cosas que jamás sentiré, pero a pesar de ello, las añoro porque conozco circunstancias ajenas, testimonios de otros, de aquellos que lo han experimentado. Nada puede salvarme. 
No he cometido falta grave, sino una expresión de opinión. No de la mejor manera, eso está claro. No me arrepiento... Pero, entonces, ¿por qué lloro? 

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