Café de niños.

La verdad ¿qué es eso? ¿Una cosa con patas? ¿Un helado que sabe a chocolate? 

Venía de jugar a los columpios. Se entretenía con cualquier cosa, simplemente se dejaba llevar por lo que sentía, es decir, no conocía razones. Miraba y sonreía. Esas eran sus dos metas. La felicidad reinaba su alma pero el tiempo pasa y uno deja de ser un niño. Dicen que la adolescencia es el paso entre la niñez y el futuro adulto. Dicen que en esa etapa decides quién quieres ser, a qué te quieres dedicar y qué perspectiva tienes del mundo. Una cosa es la teoría-lo que piensas- y otra la práctica-lo que realmente haces-. 

Hoy en día se lleva de moda, seguir las tendencias, pensar igual que el resto, tener las últimas tecnologías, es decir, tener todo lo material posible. Pero, ¿dónde queda aquello que nos hace ser personas, ser nosotros mismos? ¿Dónde quedan esas tardes en las que jugabas al fútbol en vez de quedarte en casa jugando a la Play Station? ¿Dónde quedan los buenos momentos? Si nos dejamos llevar por cosas del exterior nunca seremos felices, no conseguiremos hacer feliz a nadie. REACCIONAR. Nos estamos pasando, solamente, consumimos y poco más. Solamente nos preocupamos de nosotros mismo y de los que nos importan. ¿Y toda esa gente que necesita ayuda familias, compañeros...? Cerrar los ojos para mirar hacia otro lado es lo fácil, lo difícil puede ser lo complicado pero, a veces, es la mejor acción. 

A este mundo le queda mucho por saber, le queda mucho que aprender y cuanto más mayores, más hipócritas o más olvidadizos con respesto al sentido de nuestras vidas. ¿Por qué lo digo? Porque algún día te aburrirás de tu rutina, te aburrirás de tu vida misma y caerás en una depresión profunda. No hay que perder de vista los objetivos que uno quiere realizar, sé original y hazlos. No seas un simple consumista del día a día que solo se dedica a ir del trabajo a casa y de casa al trabajo. 

Posdata: Pon una gota de inocencia en tu café para apreciar las pequeñas cosas, es decir, piensa como un niño. 



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