Coraggio.


Odiaba esa mirada. Mostraba desaprobación, cotilleo, desconfianza y miedo. No me gustaba aguantar hasta el final porque recorría mi alma de una manera que no me gustaba, me hacía sentirme leída por un extraño. Es curioso porque…

Odiaba esa mirada. Parecía que deseaba matarme o hurgar en mi interior para aterrorizarme. No me gustaba esa mirada que transmitía desconfianza, miedo, terror y horribles pesadillas.
Soñaba con espectros que corrompían mi interior moviéndome como una marioneta. Corría de aquel lugar del que no podía escapar ya que era mi hogar.
¿Hablar sobre confidencias? Ni pensarlo porque las paredes tenían oídos y boca para repetirlos. Murmuraban y se respondían con silencios de los que poca interpretación podría hacerse. Temías por tu vida cada segundo. Cada buena noticia desaparecía al instante por sucesos irreconocibles. Personas que pretendían ser tus "amigos" pero eso era parte de su obra teatral. Las máscaras eran las más utilizadas para darse a conocer, para ser alguien que no eres y para hacer daño por propios intereses.
El frío inundaba a aquella casa. Sin calor fraternal, sin luz, sin esperanza para salir de la maldición. Sin salida a ningún lugar. Pero siempre quedaba polvo de hadas entre los rincones, lo suficiente para cumplir tu deseo, tu sueño... Pero normalmente la gente no pedía salir de aquel horrible lugar, lo que pedían era seguir permaneciendo allí. ¿Por qué? Porque preferían morir luchando por cambiar a dejarse llevar por modalidad.
Posdata: Las hadas no existen pero los corazones leales si.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Fruto de la herida

Todo...

Madrid me mata