Te quiero, mamá.

"Mamá, Mamá por qué las personas mienten. Mamá, mamá por qué los mayores son egoístas. Mamá, mamá por qué matan a las personas. Mamá, mamá por qué nunca me dejaste nacer".

La primera vez que lo escuché era una melodía intensa, pautada y profunda. Era un simple pum... Pum... Pum. Era solo un pequeño bebé que estaba creciendo en mi vientre. En aquel momento, empecé a fantasear acerca de su sonrisa, de sus tirones de pelo, de sus llantos nocturnos, de sus patadas futboleras. La vida que siempre había llevado conmigo había desaparecido, ahora había otra vida más importante que merecía ser atendida.

Cuando me sentaba a leer, no paraba de moverse y eso me hacía reír. Mi cara relucía de dos cosas. Por una parte de amor y de temor. Temía que cuando creciese se decepcionase sobre el mundo que tenía cerca. Temía que perdiera la capacidad de creer en las personas, en la gente, porque muchos sobrepasaban los límites de la creación natural. Mientras que otros investigaban, hurgando en el interior de seres que esperaban correr y vivir algún día. Temía que creyera que su madre nunca le había querido de verdad, cuando mi último pensamiento al acostarme era su cara de aquel día en que escuché su latido. Ahí fue cuando lloré. Porque no ne había dado cuenta de que alguien a quien no había valorado, le había echado de mi vida...

Todo esto lo temí durante tu venida, pero finalmente atravesaste el túnel donde te llevaría a respirar por primera vez y a percibir ese olor a hospital. Tu grito de bienvenida hizo que me asombrara de todo lo que estabas diciendo aunque no te entendiese. Sabía que vivirías y lo mejor de todo, que estaría allí para disfrutarlo contigo.

Posdata: Valoramos nuestras vidas, pero ¿valoramos esas vidas que todavía no han nacido?

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