Una y otra... Y otra... VEZ.

-Tomaste una decisión, así que... Reconócelo.
*¿Reconocer el que?
-Que has perdido. 

Luchaba contra viento y marea. Defendería su causa hasta conseguir lo que se proponía, pero lo que no sabía es que su lucha no ganaba terreno. Porque la guerra ya había concluido. 

Cuando se toman decisiones, uno de los requisitos es que no te puedes echar atrás. ¿Por qué? Porque una vez que se hace algo no se puede borrar eso que has hecho. Por mucho que nos duela tenemos que saber reconocer que hemos perdido o que hemos actuado demasiado tarde. Es cierto, siempre hay esperanza pero... ¡Hay que ser realistas! A todos nos gustaría tener una goma de borrar. Esa goma la utilizaríamos  para cualquier cosa. Imagina... Todo lo que pudiésemos borrar. Borraríamos a esa persona que no nos agrada, borraríamos esos malos recuerdos que a veces nos atormentan, borraríamos esas decisiones que nos hicieron perder lo que realmente queríamos. 

Pero como no existe ese invento, hay que saber reaccionar ante las cosas. Muchas veces nos excusamos. ¿Para qué? Así solamente nos cuesta más reconocer lo que es verdad y escondernos en una burbuja con triple capa que cada vez nos va aislando del mundo y nos acerca más a aquello que idealizamos, es decir, creando nuestro propio mundo. Nada en esta vida, realmente, merece la pena porque tú eres quien decide qué merece la pena y qué no. Al fin y al cabo, somos nosotros mismos los que creamos nuestras ideas, los que decidimos ser el protagonista del cuento o el villano que vive desconsolado. Nosotros cometemos errores que en algún momento de nuestras vidas pasará factura...Hay que saber tantas cosas del mundo, de la vida y de las personas... ¿Cómo aprender todo eso? A golpes de suerte, de abrazos, de besos, de experiencia, de amores, de enfados, de tristezas, de llantos, de pérdidas, de malhumores, de desprecios, de luchas... 

Posdata: A veces perdemos a personas. Otras veces ganamos, pero últimamente solo conozco a humanos descerebrados. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Fruto de la herida

Todo...

Madrid me mata