Mucho ruido y pocas palabras.
A veces hablar se me hace difícil. Escupo al hablar, tartamudeo y me pongo nerviosa porque intento hablar antes de pensar de qué voy hablar. Antes tenía mi propio idioma y todo era más fácil. Lo malo fue que nadie podía entenderme. Por eso empecé a hablar lo que correspondía, pero ni si quiera con este idioma nadie es capaz de entenderme. Es fácil juzgar al que habla y criticar cualquier cosa, pero lo que es más difícil es hacerte oír.
En ocasiones sientes como tienes que levantar la voz para que te escuchen porque a tu alrededor hay demasiado ruido. Eso lo hacemos millones de veces y aún así seguimos estando ahogados por la profundidad del ruido y de las conversaciones vacías. ¿Dónde se quedaron esos días en los que se podía hablar entre susurros y poder contar las cosas sin miedo? Esos días no existen. Por cualquier cosa que digas o hagas serás criticado. Es algo típico porque es fácil de hacer. Por eso el hombre, a veces, es un lobo para el hombre. A la vez, que quiero que se me escuche también hay que estar dispuesto a escuchar. A recibir una refutación hacia tu opinión. No podemos evitar que nuestro comentario no influya, pero podemos evitar hacer daño con nuestras palabras. Las palabras no son nada sino se piensan. Hay que ser valiente para decir lo que se piensa y cambiar los estereotipos, pero hay que ser todavía más fuerte para aguantar críticas. Soy alguien que no le gustan que le digan lo que hace mal, cómo tiene que hacer las cosas, pero es lo que hay porque siempre habrá gente que pensará como tú y otros que no.
Muchas veces, hablo y siento que no se me escucha, que no se me toma en serio, cuando en realidad mi opinión es importante porque es mía y de nadie más. No me gusta hablar porque me pierde mucho la forma de hacerlo, por eso escribo. Me da tiempo a pensar y a reflexionar. Creo que nos da miedo estar en silencio. Por ejemplo, en el metro siempre hay alguien con un teléfono en la mano mirando sus mensajes o escuchando música. Últimamente no he ido escuchando música para ver todo lo que tenía a mi alrededor. Veo a personas pidiendo ayuda y se la rechazamos, me incluyo. Es cierto que no podemos curar su problema, pero si aliviarlo hacerlo más llevadero. Creo que Internet aísla y que las personas se distancian de la realidad. Este mundo es un desastre, es cruel. No nos molestamos en potenciar lo que tenemos porque no lo pensamos o no queremos. Parece como si estuviéramos sometidos a condicionamientos sociales, a modas, a Internet... Nada nos hará mejorar porque ya somos perfectos. El problema es que no lo sabemos.
Posdata: El mundo es un lugar para soñar.
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