Donde mis pies me lleven.

Nunca había cogido algo con tanta fuerza.

Pensar que cualquiera se agarraría a la primera oportunidad que mejor le conviniera, aunque supiese que esa opción no fuera la mejor. Aún así arriesgamos a coger ese camino que no sabemos donde acaba, pero sabemos a dónde queremos ir. Muchas veces juzgamos sin conocer porque nos dejamos llevar por la primera impresión. Esa primera impresión no debe ser un determinante para encasillar a alguien en alguna parte de tu mente, debe ser un desafío para sumergirte en esa relación. Lo importante no es ser sociable, lo que realmente importa es saber a dónde vas y con quién vas. Todos o la mayoría queremos ser felices y hacemos planes acerca de lo que queremos en nuestro futuro, pero dentro de esos planes no contamos con los imprevistos o, mejor dicho, con las improvisaciones. Nadie nos asegura que todas aquellas personas que conozcamos serán para toda la vida o serán buenos con nosotros. A veces tenemos que dejarnos llevar. Hay que pensar menos y actuar más. Si quieres algo, cógelo y no lo sueltes. Si algo te cuesta, lucha por ello. Eso es lo que hacen las personas cuando creen en algo o en alguien. No podemos hacer todo lo que esperan de nosotros porque somos impredecibles. Decidimos según las circunstancias y emociones. Tampoco está bien, ser demasiado impulsivo, pero si que hay que ser más generoso con el resto. A veces, debemos aparcar nuestros problemas para aprender de los problemas de los demás. No solo vivimos para nosotros, también vivimos para los otros.

Es verdad que hay que tener siempre un plan o una meta a la que llegar, pero también hay que dejar que ciertas personas nos ayuden, nos entorpezcan, nos ayuden... A veces tenemos que dejarnos querer para poder ser libres, para dar a conocer quienes somos realmente, porque somos lo que nos rodea. Somos una perfección que desvaloramos, por eso cuando alguien te hace ser mejor es cuando te preguntas qué vio en mí que nadie más pudo. En esos instantes en los que te preguntas cómo está conmigo,sino tenemos nada en común. A lo que te deben responder, porque contigo me siento mejor, soy mejor. Es difícil dar y no esperar nada, pero cuando dos coinciden en ese planteamiento, el resultado es gratificante y placentero. No es fácil dejarse llevar, pero no podemos esperar a perder las cosas para poder valorarlas.

Posdata: El mejor camino no es el que se planea, es el que se vive.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Fruto de la herida

Todo...

Madrid me mata