Se siente pero no se ve.

Cuando escuchas tantas desgracias a tu alrededor lo único que te preguntas es cuánto tiempo vas a seguir aguantando. Vuelves tu mirada hacia lo que tienes delante y aprietas los dientes, mientras te repites que todo va a cambiar. Cierras los ojos y sientes como ese nudo sube por tu cuerpo para salir por tu boca, a la vez que tus ojos se llenan de lágrimas que son desesperadas. Miras lo que haces y todo te sale mal. Piensas en lo bien que estabas hasta ahora.

Nos duran tan poco las cosas que queremos. Piensas en cómo podría haber sido tu vida distinta a la que tienes. Te imaginas una situación idílica, pero eso lo empeora todo porque te recuerda todo aquello que no has tenido. A veces me pregunto si alguien realmente se siente feliz porque con tantas cosas horribles es difícil sonreír. Mirar a otras personas y ver sus vidas normales, te hace hasta sentirte mal porque sabes que la tuya es una comedia de las malas con un toque de drama realista demasiado auténtico.
Tiene gracia cuando alguien te subestima y te muerdes la lengua. Odio cuando alguien te intenta dejar en evidencia diciéndote que no sabes nada de la vida, pero lo mejor que puedes hacer es darle la razón, porque a nadie le gusta alardear de lo malo o de lo jodida que es su vida. A ningún superviviente se le escucha quejarse, por eso las derrotas se mantienen en nuestras vidas como un recuerdo que con el tiempo no parecerá tan horrible.

A veces cierras los ojos y te olvidas por un tiempo de todo. Cuando los vuelves abrir estás recién levantada y recuerdas que fue lo último que hiciste: "A si, ya me acuerdo. Necesitaba dormir. Necesitaba huir".
Todos necesitamos una vía de escape, algo en lo que creer, por eso creo en los milagros. Por eso creo que no todo lo malo de mi vida es tan malo. Por eso sigo aquí viviendo y nunca más llorando.

Posdata: "Rescatada para rescatar".

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