Ahogarse.

Todos necesitamos recordar ciertas fechas, cumpleaños,  exámenes, citas con el médico,  incluso citas con nosotros mismos. A veces necesitamos reflexionar acerca de todo lo que hemos hecho y lo que queremos hacer. Cuántas veces son las que nos preguntamos sobre cuándo voy a ser feliz, cuándo seguiré hacia delante, cuándo se acabarán los obstáculos... Cuándo respiraremos sin miedo a no dejar de hacerlo. Tenemos tan poca certeza en más de la mitad de las cosas que hacemos y seguimos con los pies anclados y la mente fría. 

Sabemos que ciertos acontecimientos escapan a nuestro control y no por ello somos menos felices. Lo que somos es seres humanos. Somos personas que nacen, viven y mueren en este mundo. Somos el tiempo que nos queda para seguir viviendo y aún así no somos felices. Lo que nos hace desgraciados es mantenernos sin objetivos,  sin metas... Quedarnos con las manos cruzadas es lo que más nos duele. La impotencia de no conseguir hacer algo, de solucionarlo o de repararlo. Siempre habrá algo en nuestro interior roto o que jamás se nos olvidará. Esas pequeñas cosas que suceden a lo largo de tu vida y que te hacen ser quien eres. Siempre recordarás como una parte de ti cambió en solo un pestañeo. Sentirás nostalgia, miedo, tristeza, odio, ira... Aunque sientas todo eso, nada te hará cambiar de opinión. La visión que tienes del mundo es complicada de trasmitir al resto. 

A lo largo de nuestra vidas, encontraremos pequeños pedazos de celo que nos harán repararnos, hacernos algo más felices... Pero lo que nos hace infelices es no saber perdonarnos a nosotros mismos. No darnos un respiro es lo que nos ahoga y nos deja fuera del alcance de cualquiera. Estamos para conocer, vivir y salvar. Pero también estamos aquí para dejarnos conocer, dejarnos vivir  y para dejarnos querer.


Posdata: A veces es jodido ser una persona normal, cuando jamás has convivido con gente normal.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Fruto de la herida

Todo...

Madrid me mata