Entre el cielo y la tierra.

Me creerías si te dijera que hay algo mejor que la sensación de volar.

Día a día te levantas, te enfadas, te pones triste, te alegras, te ríes. Haces todas esas cosas por rutina y un día empiezas a preguntarte por qué te levantas. Te quedas un segundo pensando qué sentido tiene tu vida. Tienes planes porque tienes una ligera idea de qué tipo de vida quieres llevar, pero en esos planes no contamos con los imprevistos. En un solo momento todo lo que tienes planeado se deshace en tus narices. Entonces ahí es cuando te enfadas y echas la culpa al mundo, incluso a Dios. Sientes un agobio y una presión que  no te dejan vivir. Es como si tu enfado te impidiera pensar con claridad... Y a veces la claridad no llega. Podemos comprometernos a todo. Podemos querer hacer todo. Podemos soñar con cualquier cosa e ir a por ello. Podemos pensar con independencia y reivindicarlo. Podemos superar todo lo que nos entorpezca el camino. Podemos hacer tantas cosas... Que al final no hacemos ni la mitad de esas cosas. Nos quedamos callados, viendo la vida pasar y acoplados en nuestro corazón pequeño y angustioso. 

"Tú estabas dentro de mí y yo fuera. Y fuera te andaba buscando" (San Agustín).

Queremos cosas que no necesitamos, en vez de buscar cosas que necesitamos. En verdad, buscamos aquello que jamás tendremos. Muchos no lo entienden y por eso no lo buscan.  Otros van a su encuentro y lo hayan. Pocos son los que lo encuentran y lo mantienen consigo.  Eso no es ni el karma, ni el aura es la gracia. Es poco conocida en aquellos que no han estado cerca de ella, aunque no es imposible de conseguir. Es fácil de adquirir pero eso depende de ti. ''Nuestra incapacidad para amar proviene muchas veces de nuestra falta de fe y esperanza'' (Libertad Interior). Es fácil achacar nuestras limitaciones al entorno, a las normas sociales... Cuando la solución a todos nuestros problemas está en nuestro corazón. Un corazón roto se arregla con el paso del tiempo, de la costumbre; pero si acercas tu corazón al amor, te curas con amor.

En realidad, tenemos el prejuicio de que amar a Dios oprime, en cambio, pensamos que consumir drogas o tabaco nos hace independientes. Pensamos que este mundo carece de amor y justicia, cosa que es cierta, por eso hay que ir en busca de Dios. No se puede criticar algo que no se ha probado, si después de conocerle no estás sorprendido, habrás sido justo. Pero mientras no hagas esto, puedo decir con total libertad que no conoces a Cristo y, por lo tanto, no sabes qué es el amor.

Posdata: No quiero un corazón de acero, sino un corazón de carne.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Fruto de la herida

Todo...

Madrid me mata