Tus manos, nuestra luna.

Cojo y te pinto.
Te pinto y no solo desnudo.
Te pinto una sonrisa.
No te pinto, te miro.
Miro cada cicatriz  y la beso.
Amo cada parte de tu arrugado cuerpo.
Amo cada parte que es mía.
No te poseo, te tengo porque me quieres.
Te retengo tantas veces
hasta cuando no quiero tenerte.
Temí de todo esto.
Temí no llegar tan lejos.
Temí perderte por el camino.
Ya no temo porque confío.

Me llaman loca por hacerlo.
Me retan ha hacerlo más a menudo. 
Loca, loca por ti.
¿Qué hago?
Me zambullo en nuestra luna.
¡Y qué si tengo miedo!
Amo, primero y después ya lo pienso.
Creo en esta vida.
Soy poca cosa,
pero soy invencible en tus manos.
Nunca hay seguridad,
pero me la regalas. 
¿Y qué te regalo?
Todo lo mío es tuyo. 

No quiero que me sueltes de tus manos. 
Quiero morir en tus brazos.
No quiero vivir lejos de ti.
No soporto estar sin ti.
No quiero despertar sin tus flores.
Quiero que me arranques todas mis cicatrices.
Quiero que dibujes mariposas en mi tripa.
Quiero un cielo en nuestra luna.
Nada temo porque tengo el cielo.
No es un sueño. 
Te toco y no despierto. 
Sigo pintando. 
Pintando la vejez,
Pintando la reliquia de tus manos.  


Comentarios

Entradas populares de este blog

Fruto de la herida

Todo...

Madrid me mata