Sonoro silencio.

Meditar con el corazón es recogerse en el sonoro silencio.

¿No lo escuchas? Es un débil sonido para los sordos de carácter. Vete hacia allí, quizá allí escuches.
¿No lo escuchas? Campanillas. Suenan campanillas que susurran a la brisa quien saluda al peregrino que camina. La brisa vino de paso, reconoció al que camina y continuó su rumbo.

¿No lo escuchas? La trompeta habla en la armonía de lo urbano. Quédate quieto y cierra los ojos. Recuerda la melodía. Ella reclama la libertad deseada por las hojas que escapan de las aceras. Maldito olvido que no reconoce lo que escucha. Ni los ojos más abiertos entenderían de quién se trata. Ella proclama palabras gloriosas y placenteras que no son de esta época. Retumban los tambores porque el humillado vuelve a casa. Si le recuerdas sabrás del lugar de su procedencia.

¿Quién es su dueño? ¿No lo escuchas? La delicadeza de sus dedos rozan las cuerdas del cielo. La melodía se extiende por todo el mundo. Piensas que tus pies están mojados y te olvidas de que la música está sonando.

Posdata: Libro de Job, 38.





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