Máscara

Todos los impulsos que nos esforzamos en ahogar
 incuban en nuestra mente y nos envenenan.
Oscar Wilde


Negra tez que se oscurece
tras las cortinas de la noche.
Vagabundas las manos que se queman al roce de su cuerpo,
creyendo ser experto en el juego de los espejos.
Ni los ojos brillan en la tiniebla.
Arde el portador de la sombra
como un extraño sin cuerpo,
sin cabeza,
sin lágrimas que derramar.
Pérfido latido del que se arrastra
como un anzuelo para la concupiscencia.
Un mal portador del tiempo
que pierde las horas que pasan
frente al triste retrato de sí mismo.


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