"Ejercicios para abdominales". Cliqueó y se suscribió a un nuevo canal de YouTube. "A esta mujer hay que seguirla" dijo ella mientras sostenía una tableta de chocolate Milka.
Posos de palabras afinadas en una taza vacía. Una caricia lacrimosa cuando se separan las columnas sólidas del costado. Costilla magullada ante la visión deshecha de los huesos entrelazados en la llanura plumosa. Raídas las alas como hojas otoñales. Respiras aliviada ante la fisura abierta de tus labios, del centro líquido que escondes a los otros ojos, pero que hoy me entregas sin vergüenza y con el fruto de la herida corriendo calle abajo.
Hoy, después de una intensa discusión con mi progenitora. Entre lágrimas, ira y odio, me he fijado en una caja grande, que tengo encima de la mesa de estudio, de mi cuarto. La cojo. La pongo encima de mi cama, me siento en mi cama. Y abro la caja. Eran cartas, lo que guardaba y llenaba su contenido. Hacía mucho tiempo que no las leía. Pero tengo que decir que me traen muy buenos recuerdos. Primero he leído dos cartas de mi mejor amigo. Él está conmigo desde el 2009 hasta ahora… Una amistad que sabemos que va a ser duradera. En esas cartas, donde sus palabras querían demostrar apoyo y orgullo, por habernos conocido. También he leído otras cartas de tres personas, que pasan la mayoría del tiempo conmigo. Sí, date por aludida porque eres una de ellas. Primero he leído las cartas que están decoradas con mucho rosa. Su contenido era sincero, cariñoso y un poco desordenado. Pero como siempre la he dicho, sabe dejar huella. La siguiente carta estaba decorada con azul, porque es mi color
Olvido los susurros de los pájaros cuando la madrugada cerrada levanta su falda en horas imprudentes, pero es el tiempo de la juventud. En mitad de las anaranjadas farolas se unen las sombras en caricias furtivas, casi desesperadas. Se bifurca la amistad como trapecistas en la balanza. Se comprueban los mensajes aislados en la pantalla. Se saborea el reguetón como un narcótico placentero, que no mata a nadie. Acaroladas las plumas, las crestas y el orgullo como ceniza cubierta de calientes abrazos que se apagan como cigarros en el aire.
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