De cero a diez.
De nuevo, de comienzo, de buen rollo y... ¡Zas! contra el suelo.
Una vez escuché una canción que decía: ''Una. Y otra. Y otra Vez''. Así es como uno reacciona cuando va paso a paso, poquito a poquito y luego... Las cosas no salen como esperas. Hay muchas maneras de tomarse las cosas. Normalmente, las tomo con mal genio y acompañado de café con sal. Te preguntan. No respondes. Te vuelven a preguntar y niegas con la cabeza. No puedes articular ninguna palabra, ni siquiera un si o un no. Tampoco eres capaz de mirar a ningún lado porque te sientes mal. Porque no quieres que te pregunten más y secas tus lágrimas con la manga del jersey. Respiras hondo y evitas pensar en la raíz de tu problema. Pasa el tiempo y parece que ya no lo ves tan malo, pero te sigue doliendo. Te sigue molestando esa astilla del dedo. Te sigue molestando tu orgullo. Te sigue molestando tu actitud. Te sigue faltando algo. Te sigue pasando factura. Te sigue sacando lo peor de ti. Te sigue sacando todas las palabrotas que se te ocurren. Te sigues preguntando por qué no lo consigues. No importa hay tiempo para aprender y saber la solución de tu problema. Es fácil decirlo, ya sé que hacerlo no pero... Qué sería de ti sin las palabras de apoyo. Qué sería de ti sin las palabras de consuelo. Qué sería de ti sin las palabras de constancia y fuerza. Qué sería de la satisfacción de haberlo intentado. Qué sería de las palabras mimosas y profundas que te curan el alma y, a veces, la vida.
Posdata: Nunca nada se puede consolar o curar del todo, excepto si tú decides hacer borrón y cuenta nueva.
Una vez escuché una canción que decía: ''Una. Y otra. Y otra Vez''. Así es como uno reacciona cuando va paso a paso, poquito a poquito y luego... Las cosas no salen como esperas. Hay muchas maneras de tomarse las cosas. Normalmente, las tomo con mal genio y acompañado de café con sal. Te preguntan. No respondes. Te vuelven a preguntar y niegas con la cabeza. No puedes articular ninguna palabra, ni siquiera un si o un no. Tampoco eres capaz de mirar a ningún lado porque te sientes mal. Porque no quieres que te pregunten más y secas tus lágrimas con la manga del jersey. Respiras hondo y evitas pensar en la raíz de tu problema. Pasa el tiempo y parece que ya no lo ves tan malo, pero te sigue doliendo. Te sigue molestando esa astilla del dedo. Te sigue molestando tu orgullo. Te sigue molestando tu actitud. Te sigue faltando algo. Te sigue pasando factura. Te sigue sacando lo peor de ti. Te sigue sacando todas las palabrotas que se te ocurren. Te sigues preguntando por qué no lo consigues. No importa hay tiempo para aprender y saber la solución de tu problema. Es fácil decirlo, ya sé que hacerlo no pero... Qué sería de ti sin las palabras de apoyo. Qué sería de ti sin las palabras de consuelo. Qué sería de ti sin las palabras de constancia y fuerza. Qué sería de la satisfacción de haberlo intentado. Qué sería de las palabras mimosas y profundas que te curan el alma y, a veces, la vida.
Posdata: Nunca nada se puede consolar o curar del todo, excepto si tú decides hacer borrón y cuenta nueva.
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