Intensamente humana.


Tantas veces he escuchado que la felicidad no existe. Lo peor es vernos a todos persiguiendo lo mismo. Lo buscamos en todos sitios, sobre todo en esos días en que queremos captar las bellezas cotidianas y que nunca reparas en ellas porque las ves siempre. Hasta hoy no me había parado a mirar cada gesto de su cara y cada palabra que me decía. Nunca había caído en la cuenta de lo que la gente trasmite cuando tiene una sonrisa triste y unas lágrimas saliendo de sus ojos. Siempre había visto esos gestos como rutinarios. Ahora los veo y los siento como si fueran míos. Toda sonrisa invertida y toda lágrima que veo la siento como mía. Me duele más el corazón cuando escucho las noticias y veo a niños ahogados. Vivimos rodeados de realidades crudas y ahora me duelen como nunca lo había sentido. Amamos la vida y nos apañamos con lo que tenemos, aunque siempre queremos más. 

Seríamos más felices si amásemos más. La vida seguro que sería más fácil porque no tendríamos miedo a destapar nuestros sentimientos, no temeríamos confiar en los demás, ni nos disgustaríamos por nada que nos preocupara a nosotros sino al otro. Claro que todo sería más fácil y más idílico. Entonces qué hacemos. ¿Seguimos afirmando que la felicidad no existe y, aún así, la seguimos buscando? No, lo que tenemos que hacer es mirar todo lo que nos rodea cada día. Aprendernos de memoria todas esas caras que vemos de camino al trabajo o a la universidad. Mirar no con tristeza y pena, sino con esperanza. Cómo podemos mirar con esperanza sino creemos en nosotros. Podría dar tantas respuestas a esa pregunta pero ninguna consolaría ni daría una solución inmediata. Es fácil dar un portazo y enfadarte, pero es mucho más difícil enfadarte, desenfadarte, después pedir perdón y empezar de nuevo. La diferencia entre una acción y otra es que la primera es egoísta y humanamente aceptada, mientras que la segunda es una expresión de amor. Igual que abrir tus entrañas a alguien que amas más que a tu propia vida es especial y único, también lo es ser consciente de que has hecho daño. Cuando algo duele es porque se está amando. ¿Es justo? ¿Eso está bien? La vida no es justa nunca, ni está bien que gente buena y sencilla le ocurran penurias durante su existencia. Realmente amas cuando renuncias a ti mismo y solo piensas en el otro, en aquel a quien llamas amigo, en aquel a quien llamas amor.

Se fracasa en esta vida cuando eliges rendirte. Se triunfa en esta vida cuando eliges amar. La elección es nuestra y nos hacen creer que no podemos elegir. Que fácil es pensar en lo mal que ha sido hoy, en vez de lo que podría haber ido bien. 

Posdata: El mundo está gritando. Está gritando ayuda. 

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