Le había vuelto loco.
Cojo el cepillo de
dientes, echo la pasta dentífrica y me meto el cepillo en la boca. Uno, dos,
tres… Cada mañana, Harold Qrick cogía su
cepillo de dientes y deslizaba la pasta blanca entre sus pequeños dientes.
Harold no podía evitar contar cuántas veces se cepillaba cada parte de su boca.
Parecía que se trataba más de un trabajo que de una acción cotidiana.
Dejo de contar. ‘’¿Quién
está ahí?’’ -gritó-. ‘’¡Hola! ¿Hola?’’
Vuelvo a contar. Uno, dos tres, cuatro, cinco… Harold trabajaba mucho, era su principal defecto, aunque él no se
atrevía a reconocerlo. Harold era inspector de Hacienda y no hablaba mucho de
ello, porque… ‘’¡Quién está ahí!’’ -gritó
de nuevo-. ‘’¡Quién eres!’’ Harold se
sacó de golpe el cepillo de dientes y se dirigió al aire, preguntándole quién
era. Harold no solía despertarse con ganas de hablarle al viento, pero hoy
deseaba ser otro…
Estoy helado. Escucho una
voz. Me atrevo hablar. ‘’De acuerdo si eres mi conciencia no sé por qué hablas
de mí todo el rato y sobre lo que hago. ¿Qué pretendes? ¿Acaso he desgravado
mal la renta este año?’’ Harold volvía a
hablar al viento, temiendo descubrir un secreto que estaba siempre presente. En
su casa, había siempre una quietud sospechosa como si un ninja estuviera
escondiéndose tras la lámpara… Salgo corriendo del baño y voy a la lámpara.
‘’No le pasa nada a la lámpara. Haz el favor de decirme quién eres’’. Harold volvió a preguntar quién era -decidí responderle-.
- ¡Hola, Harold! Soy tu
creadora.
- ¡Hola! Eres… ¿Dios? -Harold me respondió con otra pregunta-. Deja
de hacer eso. Ya sé que te he respondido.
-Si fuera Dios, lo sabría
todo de ti, pero solo sé lo que haces ahora.
- ¿Y qué hago ahora? -dijo Harold-.
Mi mano está temblando… Harold estaba
nervioso y asustado, era entonces cuando su mano derecha empezaba a temblar. Le
pasaba siempre que se estresaba, sobre todo con los números y las cuentas del
cepillo de dientes.
- ¡Ya basta! Deja de
hacer eso y respóndeme. ¿Con ‘’ahora’’ a qué te refieres?
-Solo conozco tu
presente. A ver, yo soy escritora y eres mi personaje. -Flipo, respiro, entro
en pánico y corro a por un cigarrillo-.
-Harold, tú no fumas.
- ¿Por qué? Lo necesito.
- Porque soy quien te ha
creado y te digo que no fumas. Además, conozco a muchas personas que fuman y no
están bien de salud. Mi tío Mike una vez me dijo…
-Me da igual quién seas. ¡Voy
a fumar! -dijo Harold mientras tenía el
cigarro en la boca y el mechero apunto de encender la llama-.
- ¡No¡ - dije y al instante desapareció el cigarro-.
Me asusto y grito.
- ¡Por qué lo has hecho!
Eres una maga o algo así…
- Ya te he dicho que no.
Soy escritora y estás en mi historia.
- Bueno no sé qué significa
eso… Me presento, soy Harold Qrick y trabajo como inspector de Hacienda.
- Entonces, podrías
decirme cualquier cosa sobre tu vida… Mmmm… Dime dónde naciste.
- Nací en… En… ¡Cómo no
puedo acordarme! -dijo Harold con horror-.
- Naciste en New York.
- Nací en New York -respondió Harold con entusiasmo, sintiendo que se le había quitado un peso de
encima -.
- ¿Quiénes eran tus
padres?
- Esa pregunta es fácil
mi madre era… -dudo e intento recordar-. ¡No lo sé! ¡Cómo no puedo saberlo!
-entro en pánico-.
- No lo sabes porque yo
todavía no te he dicho quién era tu madre y tu padre. No fumas porque yo no
quiero que fumes. No sabías dónde habías nacido porque yo todavía no lo había
pensado. Soy tu creadora y tú, Harold, me perteneces.
Qué idea tan brillante! Enhorabuena! El final se nota que has buscado una conclusión rápida pero seguro que podrías darle bastante juego a tu idea. El ritmo narrativo sería complejo mantenerlo pero es una gran idea y pienso que podrías explotarla mucho más.
ResponderEliminarMucha genialidad veo aquí!!