A Lola

Sientes que te han arrancado un trozo
donde se refugiaban tus juguetes, tus muñecas.
Pierdes el sentido de lo que has perdido y del porqué decidiste perderlo.
Siempre está en su sitio, dónde lo habrás puesto.
Se ríen de ti.
No lo encuentras. No sabes dónde está Lola...
Cuántas veces en la cama ha dormido Lola
y te ha dicho que siempre estará contigo,
que siempre estará para ti.
Joder, ayer no dormiste con Lola.
Le dijiste que esta vez era verdad, que se acabó todo.
Te atreviste hacerlo porque querías estirar los brazos
sola, o sin su presencia, o en otra compañía.
Te dio igual, le tocaste la oreja y se la besaste.
No le dedicaste ninguna palabra,
solo un beso.
Un beso que vendía promesas,
vendía más tiempo al tiempo,
vendía más inocencia que picardía.
Fuiste tan típica, que ni te molestaste en esperar a que se marchara.

¿Hoy? Hoy, no he visto a Lola.
Seguro que está en tu casa, esperando, tirada en cualquier rincón de la casa.
Ella sabe que volverás, que le traicionarás y que dormirá, de nuevo, en tu cama.
Recibe de ti, todo lo que recoges en la calle.
Si sigues fumando de esa mierda, solo dormirás entre los edificios verdes.
Irás en busca de más tiempo.
¿Para qué más tiempo?

Para vivir.
Porque te falta... Te falta Lola.








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