Ciudad azul

Casas abandonadas en la arena junto con los castillos devorados y por los aires. Una mujer camina descalza por las sombras de la ciudad como una raíz desbordante de vida.

Amor azul como Darío frente a la decadencia de las luces del siglo, azul el coño de Correyero, azul como las pupilas de Béquer, azul como el tiempo del beso de Aleixandre entre las nubes, azul como el rostro de algunos transeúntes. 

Fe cautelosa en el traspaso de la piel como la costura de las palabras en el hueso. Habla en el silencio como manos crédulas al azar de la casa de apuestas.

Sus tres ojos se bifurcan por las carreteras como el sol, la luna y las agujas que conviven en el centro, decorando la niebla que se cuela entre los hilos de sus hijos, entre las semillas que se entierran para regalar más flores a la fachada de nuestra ciudad.

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