Al límite de tu boca.

Con una mano en el pecho jurabas que soñadas. Tus ojos se escondían tras tus párpados y los apretabas para no despertar, para no volver a lo que llaman el ''mundo real''. Por tu boca, el instinto susurraba, mientras se acercaba al límite de tu boca. Por un momento, las sombras que pernoctaban comenzaron a despertarse en la oscuridad. Tus demonios eran largas sombras que se deslizaban entre los contornos de tu cuerpo y se atrevieron a ir más allá. Casi pudieron materializarse, casi pudieron hacerse reales... Pero, inesperadamente, dijiste mi nombre. Tu boca permaneció a la espera de una respuesta en mitad del sueño. Silencio. No obtuviste respuesta, no pude entrar en tu mismo juego, porque yo estaba soñando... Pero soñaba despierta. 





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